San Agustín ante el fallecimiento de su madre:
“Cerré sus ojos, una inmensa tristeza embargaba mi corazón, estaba a punto de romper en lágrimas, cuando mis ojos se secaron. ¡Qué mal me sentí en aquella lucha!. ¿Qué era lo que interiormente me causaba tanto dolor? Era la llaga recientemente abierta al romperse bruscamente aquella compañía entre mi madre y yo. Me sentí desamparado, sentía mi alma herida y mi vida lacerada por quedarme sin ella. ¡Qué miseria sentirme a mí mismo tan débil víctima de estas emociones humanas! Pasó el tiempo y tenía ganas de llorar por causa de ella y por mí; y solté mis lágrimas que tenía reprimidas, haciendo de ellas una almohada a mi corazón”.
Ser madre es una de las tareas más hermosas que el ser humano puede desempeñar y desarrollar en la vida. No es fácil, porque es una de las responsables directas de la crianza y desarrollo de los hijos y del hogar, incluso en algunos casos son los modelos a seguir o los espejos en los que se ven sus seres queridos (Aulet et al., 2019). Por eso cuando fallece una madre queda un sentimiento de vacío, porque se rompe ese espejo, la identificación con la madre se desmorona, se detiene y el “huérfano” se desorienta.
Esta situación no solo afecta a uno de los hijos, sino a toda la familia, aparecen los miedos, problemas de conductas, automarginaciones, rabia, incredulidad, desorientación. La ausencia de la madre produce un cambio vital en cada integrante, como si una extraña brújula hubiera caído al agua en alta mar (Ordoñez y Lacasta, 2006).
Herramientas:
Lindemann, un investigador acerca del duelo recomienda (Yoffe, 2012):
- Disolver los vínculos emocionales con el ser querido fallecido: aceptar que ya no está.
- El reajuste al medio sin la presencia física del difunto: intentar vivir y hacer las cosas sin el ser querido.
- El establecimiento de nuevas relaciones: valorar a la familia y más seres queridos.
Referencias bibliografías:
- Aulet, A., Herrero, O., y Neimeyer, R. (2019). Ser tú o ser yo: esa es la cuestión. Elaboración del duelo por la muerte de una madre. Revista de psicoterapia, 30(114), 155-170.
- Ordoñez, A., y Lacasta, A. (2006). El Duelo en los Niños (La Pérdida del Padre/Madre). Revista de Psicología Clínica, 121-136.
- Yoffe, L. (2012). La continuidad de los lazos espirituales con el ser querido fallecido. E-BOLETíN PSI, 7(3), pp. 43-51.
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