La muerte de un ser querido nunca es algo fácil de asimilar, pero el impacto que conlleva dicha situación es considerablemente distinta si ésta ocurre de manera abrupta y violenta.
Los siniestros de tránsito son una realidad que afecta a miles de personas cada año, cuyas consecuencias invaden todas las áreas de la vida: física, psicológica, social, familiar, espiritual y tras los cuales se plantean una serie de cuestiones de gran trascendencia como es en la parte legal y la reorganización en la vida familiar, social y en ocasiones laboral.
Al impacto emocional que provoca la muerte inesperada es frecuente experimentar el sentimiento de injusticia: “por culpa de la imprudencia, por apurados, por ir hablando en el celular, por estar embriagado, por quedarse dormido, por culpa de los demás, por culpa y culpa…”, pensamientos que hacen que la aflicción se intensifique, afectando el proceso de duelo sano.
Ante estas circunstancias es necesario:
- Expresar la ira.
- Desahogarse
- Validar las emociones.
- Centrarse en los roles y funciones de la vida diaria.
- Asumir progresivamente la realidad.
La vida nunca volverá a ser la misma para las personas que atraviesan un duelo por el fallecimiento de un ser querido, con quien han desarrollado un vínculo afectivo muy estrecho; sin embargo, una vez transcurrido el período inicial de duelo conviene que todo recupere una apariencia de normalidad.
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